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Digo de agua porque siendo bien honesto esa parte no dolió. La cuestión es que las horas pasaban pero la pesadilla no; las cosas iban raras pero -inexperto en estas materias- desconocía si una sensación tan fuertemente evocada de entumecimiento podía tener alguna clase de efecto psicosomático luego, en vigilia... y decidí volver a "mi casa", con baquetas y platillos al hombro.
Lo cierto es que mi madre se alegró un poco más que de constumbre al verme llegar. Las mamás tienen un sentido medio extraño que a veces hace que uno ignore si se hacen las tontas, o si desconocen su alcance. Aparte de ello, imagínense lo raros que se me figuraban todos, pero ahí estaban. Todo seguía su curso.
En la espera de que las cosas volvieran a ser como antes, hube de retornar al colegio, a mi vida, y me di cuenta que no era mirado igual. Aprendí a escribir como todos, un poco más rápido de lo que había estimado. Probablemente fue un poco mezcla de la misma desesparación que siente cualquiera que se va a otro país a aprender su lengua. Pasó el tiempo y aprendí a manejar el auto como todos en gran parte del mundo; frente a experiencias nuevas ya casi se me olvidaba mi condición.
Lo que aún hoy me hace reparar en ello son los músicos. Ignoro si serán un poco mamás para esas cosas, pero alguna clase de sensibilidad deben tener también. Me impacta saber que han habido desde siempre otros. Jimmy no lo soportó y murió de sobredosis; Kurt se mató también. No sé si tendrán algo que ver los abrelatas -como todos dicen-, pero probablemente se vincule con que hayan dejado a Flanders como el portavoz idiota de algo más colectivo.
No pierdo la esperanza de volver, y sobretodo por mi simetral que debe haber traspasado esta especie de espejo en sentido contrario... no puedo imaginar que los zurdos sólo le hayan hecho lo que han hecho conmigo, pero al revés, claro está.
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La discriminación existe y odio que el pelota de una sala de ensayo me exhorte a dejar la batería puesta "normal"; como si a mí me la hubiera dejado alguien también "normal" antes de tocar.Le hice ver que con Gabriel Parra, Phil Collins, Ian Paice y Simmon Phillips (entre muchísimos conocidos no tanto por sus nombres) ya tiene a unos cuantos que no volverían a su sala.
Aquí viene la parte fantástica, porque no me gusta la violencia: a la próxima, lo tiro contra un espejo y lo mando al planeta zurdo pa' que trate de hacer lo mismo allá. Esa es la parte que duele... la parte que duele de estar pendiente.